Una breve visita al cementerio me ha servido para confirmar algo que ya sospechaba, los muertos "viven" como los vivos, o lo que es lo mismo, por aquello de que el orden de los factores no altera, que los vivos "están muertos" como los muertos, pues qué es su vida sino muerte: con la agonía del trabajo pagan sus nichos hipotecados, con sus cajas mortuorias circulan transitando entre la nada y la nada, pero sobre todo su cerebro y su corazón es un asolado cementerio de ideas y sentimientos. Para mí eso es tan real como ese empeño de la "economía vital" por perseguir a los muertos allá en sus tumbas. Así vemos como a ellos también se les desahucia o incluso como se les vigila.